En estas fechas tan señaladas los psicólogos tenemos más trabajo que en cualquier otra época del año. La costumbre nos impone unos objetivos que no todos podemos cumplir y esto desencadena un malestar psicológico que percibimos como inusual. Las reuniones familiares, las quedadas con esos amigos que no vemos el resto del año o la obligación de comprar regalos para que todo el mundo tenga algo que abrir (aunque sean los calcetines o el pijama de todos los años) nos obliga a salir de la rutina diaria y esto puede generar mucho estrés y ansiedad. No nos podemos olvidar de la depresión, ese sentimiento que en mayor o menor medida afecta a todo aquel que no se siente, tal y como dictan las normas navideñas, agradecido por el año que termina y en paz. La pérdida de seres queridos o del trabajo, los familiares que están fuera y no han podido (o querido) venir o aquellos que ya no tienen familia o que no tienen relación con ella, quedan en un limbo desastroso de sentimientos de soledad, melancolía y amargura que puede desencadenar la nombrada depresión.
Si estás entre alguno de estos casos que he mencionado y eres de esas personas que cada año odian más estas fiestas, te dejo unos consejos que las harán más llevaderas:
- Crea tu propia Navidad: Nadie te puede obligar a disfrutar de unas costumbres impuestas y que no reconoces porque son incoherentes con tu forma de actuar el resto del año. Crea tus propios hábitos y verás como la ilusión vuelve a tu vida. Me refiero a aprovechar los días festivos para hacer aquello que más te guste: ir a la nieve, un viaje a la playa o cualquier otra cosa que te apetezca. El primer año que decidas no aparecer a cenar se lo tomaran a mal, pero en años sucesivos aceptarán que tú decides sobre tu vida.
- No puedes satisfacer a todo el mundo: La mayoría de las personas tenemos un nivel de exigencia con nosotros mismos muy elevado. Queremos cargar con todo y hacerlo lo mejor posible por ejemplo con los regalos, la cena, los adornos… Los estudios hablan de la gran cantidad de estrés que se genera a la hora de querer comprar regalos para todos, que queden contentos y gastando lo menos posible. No es realista querer hacerlo todo y hacerlo bien. No somos superhéroes/superheroínas y no deberíamos querer serlo. Hay que delegar, repartir las tareas durante las Navidades porque ahora ya quedan pocas personas (mujeres en la gran mayoría de los casos) que se dediquen con esmero a preparar comidas y cenas durante todo el día para que hasta el más mínimo detalle esté estupendo. Ahora trabajamos hasta 2 horas antes de la comida/cena y tenemos que organizar las compras atrasadas, la presentación de la mesa y del hogar, elaboración del menú, empaquetado de regalos de última hora… haciendo que hace que lo mejor de la noche, la fiesta, quede descartada porque estamos cansadísim@s. Así que deleguemos, repartamos obligaciones para poder disfrutar.
- Tira de imaginación: Si tu problema es que no tienes dinero, ya hace años que hay familias que se acogen al amigo invisible para hacer que los regalos no nos supongan un sacrificio del que tardemos meses en recuperarnos. Como esta opción existen muchas otras y por eso debemos esforzarnos en idear soluciones alternativas a los problemas de siempre. Con los niños sucede lo mismo. Ten en cuenta que el machaque televisivo es constante y pecamos de compararnos con el vecino a la hora de ver quien ha tenido mejores regalos. Pero el fin no es ese. No debemos caer en el error, que parece ser la misiva de los últimos años, de equiparar la Navidad con la llegada de Papá Noel. Con esto tampoco quiero decir que haya que permanecer fieles a la celebración navideña más tradicional, de corte católico, sino que habría que buscarle un nuevo sentido a esta época del año y saber transmitírselo a nuestros vástagos. No hay nada que me entristezca más que ver a esos niños que abren regalos a dos manos y que parece que nada les ilusiona. Debemos plantearnos qué estamos haciendo mal para que esto empiece a ser habitual y debemos tirar de la imaginación para que sucedan cosas diferentes.
- Date permiso para sentir: Si has perdido a un ser querido, has sufrido un aborto, has perdido tu trabajo o estás tú o un ser querido enfermo, no te obligues a sentir lo que otros te dicten. El duelo por la pérdida tiene sus fases y cada individuo las vivimos de manera diferente, pero todos tenemos que pasar por cada una de ellas para poder curar las heridas. Es un proceso de cicatrización muy importante. Por eso date permiso para estar triste, para llorar o para sentir lo que sea, porque sobre sentimientos tú eres el mejor experto y nadie puede dudar de que eso es así. El próximo año seguro que las cosas serán diferentes.
Dicho esto, si sigues estos consejos pero no has conseguido encontrarte mejor, te recomiendo que acudas a un profesional. La vida es muy corta para pasarlo mal y un psicólogo puede ayudarte a buscar recursos que no habías contemplado.
Felices Fiestas a tod@s y que el Año Nuevo nos traiga grandes cosas!